The strain, la serie de TV

Dentro de la nueva hornada de series de TV, me he bebido (sí, lo habéis leído bien) los 13 episodios de la primera temporada de The strain (algo así como "La cepa") emitida por el canal FX en versión original subtitulada en castellano, basada en la primera novela de la trilogía de la Oscuridad, Nocturna, escrita conjuntamente por Guillermo del Toro y Chuck Hogan.

Empecé a verla con muchas ganas ya que la novela, aunque nada del otro mundo a nivel literario, me entretuvo considerablemente y eso que su final (no sabía que se trataba de una trilogía) me dejó un poco descolocado. Pues bien, con la serie me ha pasado algo parecido. El primer y, para mi gusto el segundo episodio (terrorífica la secuencia de la niña vuelta del más allá en la bañera), fueron realmente interesantes, planteando la situación e intrigándote a partes iguales, en uno de esos alardes de los americanos que pueden gastarse en un par de capítulos casi el dinero de lo que cuestan varias películas españolas (ya querrían los sanitarios del Hospital Carlos III tener los trajes de contención biológica que aparecen en el primer episodio).

Y es que la premisa es muy intrigante. Un avión, un Boeing 777, aterriza en el aeropuerto JFK, pero se descubre que casi la totalidad de sus pasajeros están muertos, quizás infectados por un virus. Se alerta a las instituciones y al Doctor Ephraim Goodweather (ex-alcohólico y recién divorciado) del Centro de Control de Enfermedades (CCE) especialista en este tipo de infecciones. Junto a su compañera de trabajo, con la que mantiene una relación, descubren que cuatro de los pasajeros siguen vivos. No tardarán en darse cuenta de que algo terrorífico viajaba en el avión y que la infección es mucho más peligrosa de lo que nadie puede imaginarse. En ello influyen unos gusanos parásitos y un enorme cajón de madera grabado con extraños símbolos que contiene tierra y que desaparece del aeropuerto.

En realidad se trata de una historia de vampiros en la que un ancestral ser llamado el Maestro o el Amo, ayudado por su mano derecha, un oficial alemán nazi vampirizado, y un rico empresario, enfermo terminal que desea la inmortalidad que el no-muerto le puede proporcionar, se sirven entre sí para intentar devolver el mundo a la oscuridad, convirtiendo Nueva York y, por ende, a partir de aquí al resto del mundo, en una apocalíptica tierra llena de chupasangres.

Premisas originales: el vampirismo se transfiere a través de unos nemátodos (gusanos) que mutan a los humanos -algo parecido sucedía con los zombies de la novela Lucifer 113 de Jonathan Maberry-, a los vampiros les brota una especie de probóscide succionadora de la boca cuando atacan a su víctima (olvidémonos de los clásicos colmillos, aunque, afortunadamente, estos nosferatu tampoco brillan como los Swarovsky de la saga Crepúsculo) y los elementos religiosos no les hacen ni cosquillas. Por otro lado, la plata les debilita, el sol los carboniza (a casi todos) y suelen morir decapitados, o con un disparo en la cabeza. Bueno, mezclamos varias cosas, pero se acepta.

El problema radica en que a partir del quinto o sexto episodio, se vuelve bastante repetitiva, los personajes dejan de evolucionar (el único interesante es el del anciano anticuario que persigue al Maestro desde la Segunda Guerra Mundial, quien nos deja alguna inquietante secuencia) y los escenarios se vuelven tópicos y típicos. Por no hablar de la aparición del Maestro, cuyo maquillaje deja muuuuuucho que desear, y nos recuerda más al payaso Ronald McDonald que a un Señor de la Oscuridad. Además hay detalles argumentales (todos los personajes se encuentran una noche de eclipse en una gasolinera de Nueva York asediada por vampiros. ¿Sólo hay una gasolinera en Nueva York?) que los guionistas no han cuidado como deberían.

En definitiva, una serie entretenida, con poco, muy poco terror, algún detalle acertado y efectos especiales aparentes (excepto el maquillaje del Maestro), pero no mucho más. Se ha firmado una segunda temporada. Ya veremos si la veo. 

Puntuación: 7 





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