Los agujeros de las termitas: la vida es dura y cruel.

A Jesús Gordillo le conocí hace unas semanas, en la presentación que la Editorial Hermenaute hizo de su libro "Momias y embalsamados". Resulta que Jesús tenía un relato en la antología y había venido desde Extremadura (Jesús es de Badajoz) a realizar la presentación de ese libro y de su nueva novela "Los agujeros de las termitas", también publicada por Hermanaute. Me pareció un tipo campechano, muy majo y agradable. Y muy divertido. Cuando leí su relato para "Momias y embalsamados" titulado "En el nombre del musgo" me llevé una grata sorpresa. Su ambientación y su ritmo me dejaron atrapados hasta el final de la historia, y lo considero uno de los mejores relatos de dicha antología. Por eso, cuando me enfrenté a "Los agujeros de las termitas" me imaginé que los derroteros de la novela seguirían camino semejante. 

Me equivoqué. Las termitas aquí constituyen un hormiguero de realismo y verosimilitud que me han dejado estupefacto. Difícil calificar un libro en el que los personajes cobran vida de una forma tan cruda y veraz. Tanto que te llegan a hacer daño sus decisiones, lamentando los vericuetos desafortunados que la vida les ha deparado en su complejo pasado o que les hará sufrir para alcanzar un éxito que quizás no llegue nunca o, si llega, no será tan agradecido o feliz como se imaginan. Porque la vida es un camino duro para todos, pero para algunos se convierte en una montaña rusa difícil de soportar. La suerte, el destino, o lo que sea que pueda existir y que rige nuestras existencias, no se comporta con todos por igual. Y en este caso, los tres personajes principales de la historia: Amadeo, Zuno y Sara, se convertirán en unos corchos sometidos a las corrientes de una aventura que en un momento dado bebe aguas de la Guerra Civil, pero que se desentiende rápidamente de ella para sumergirnos en una especie de thriller sucio donde se verán las caras con unos personajes mucho más peligrosos de lo que se imaginan tras encontrar una extraña talla religiosa. Una historia dura de supervivientes y perdedores.

Los diálogos son buenísimos, el argumento sencillo pero atractivo, y los personajes han sido creados con un cariño indiscutible. En especial quiero resaltar el personaje de Amadeo, ese soñador expresidiario cuya intención es poder crear un imperio mafioso como aquellos que tantas veces ha visto en las películas y al que coges cariño quieras o no, pues un soñador siempre ha sido un soñador por mucho que proceda de los bajos fondos. Me quito el sombrero.

Por tanto, una más que recomendable novela, en una edición muy cuidada de Hermenaute, realizada por un escritor con talento y con muy buen hacer. 

Puntuación: 4,5/5