The strain, la serie de TV

Dentro de la nueva hornada de series de TV, me he bebido (sí, lo habéis leído bien) los 13 episodios de la primera temporada de The strain (algo así como "La cepa") emitida por el canal FX en versión original subtitulada en castellano, basada en la primera novela de la trilogía de la Oscuridad, Nocturna, escrita conjuntamente por Guillermo del Toro y Chuck Hogan.

Empecé a verla con muchas ganas ya que la novela, aunque nada del otro mundo a nivel literario, me entretuvo considerablemente y eso que su final (no sabía que se trataba de una trilogía) me dejó un poco descolocado. Pues bien, con la serie me ha pasado algo parecido. El primer y, para mi gusto el segundo episodio (terrorífica la secuencia de la niña vuelta del más allá en la bañera), fueron realmente interesantes, planteando la situación e intrigándote a partes iguales, en uno de esos alardes de los americanos que pueden gastarse en un par de capítulos casi el dinero de lo que cuestan varias películas españolas (ya querrían los sanitarios del Hospital Carlos III tener los trajes de contención biológica que aparecen en el primer episodio).

Y es que la premisa es muy intrigante. Un avión, un Boeing 777, aterriza en el aeropuerto JFK, pero se descubre que casi la totalidad de sus pasajeros están muertos, quizás infectados por un virus. Se alerta a las instituciones y al Doctor Ephraim Goodweather (ex-alcohólico y recién divorciado) del Centro de Control de Enfermedades (CCE) especialista en este tipo de infecciones. Junto a su compañera de trabajo, con la que mantiene una relación, descubren que cuatro de los pasajeros siguen vivos. No tardarán en darse cuenta de que algo terrorífico viajaba en el avión y que la infección es mucho más peligrosa de lo que nadie puede imaginarse. En ello influyen unos gusanos parásitos y un enorme cajón de madera grabado con extraños símbolos que contiene tierra y que desaparece del aeropuerto.

En realidad se trata de una historia de vampiros en la que un ancestral ser llamado el Maestro o el Amo, ayudado por su mano derecha, un oficial alemán nazi vampirizado, y un rico empresario, enfermo terminal que desea la inmortalidad que el no-muerto le puede proporcionar, se sirven entre sí para intentar devolver el mundo a la oscuridad, convirtiendo Nueva York y, por ende, a partir de aquí al resto del mundo, en una apocalíptica tierra llena de chupasangres.

Premisas originales: el vampirismo se transfiere a través de unos nemátodos (gusanos) que mutan a los humanos -algo parecido sucedía con los zombies de la novela Lucifer 113 de Jonathan Maberry-, a los vampiros les brota una especie de probóscide succionadora de la boca cuando atacan a su víctima (olvidémonos de los clásicos colmillos, aunque, afortunadamente, estos nosferatu tampoco brillan como los Swarovsky de la saga Crepúsculo) y los elementos religiosos no les hacen ni cosquillas. Por otro lado, la plata les debilita, el sol los carboniza (a casi todos) y suelen morir decapitados, o con un disparo en la cabeza. Bueno, mezclamos varias cosas, pero se acepta.

El problema radica en que a partir del quinto o sexto episodio, se vuelve bastante repetitiva, los personajes dejan de evolucionar (el único interesante es el del anciano anticuario que persigue al Maestro desde la Segunda Guerra Mundial, quien nos deja alguna inquietante secuencia) y los escenarios se vuelven tópicos y típicos. Por no hablar de la aparición del Maestro, cuyo maquillaje deja muuuuuucho que desear, y nos recuerda más al payaso Ronald McDonald que a un Señor de la Oscuridad. Además hay detalles argumentales (todos los personajes se encuentran una noche de eclipse en una gasolinera de Nueva York asediada por vampiros. ¿Sólo hay una gasolinera en Nueva York?) que los guionistas no han cuidado como deberían.

En definitiva, una serie entretenida, con poco, muy poco terror, algún detalle acertado y efectos especiales aparentes (excepto el maquillaje del Maestro), pero no mucho más. Se ha firmado una segunda temporada. Ya veremos si la veo. 

Puntuación: 7 





Miedo

¿Podríamos vivir sin miedo? Esta es una buena pregunta para realizarnos cuando estamos a las puertas de Halloween. Sin embargo, la respuesta es mucho más profunda de lo que parece. La respuesta, en mi opinión, es que no. El miedo nos protege, y ha permitido que la especie humana subsista durante todos estos siglos. Es una de las sensaciones, sentimientos, que es inherente a nosotros. El miedo a morir, a desaparecer, al dolor, ha permitido la supervivencia de la humanidad a lo largo de la historia. ¿Qué hubiera sido del hombre primitivo, del Neandertal, sin el miedo? No lo sabríamos, porque no habríamos existido. Y no hablamos de valor, sino de ausencia de miedo, el enfrentarse a los peligros sin protección, sin encontrarse en un estado de alerta producido por el estallido de adrenalina que agudiza nuestros sentidos y potencia nuestro sentido de supervivencia. La ausencia del miedo en cualquier animal (incluyo la especie humana) acaba por pasar factura.

Evidentemente, algunos miedos se han refinado; ahora existe el miedo a la tecnología, a la sociedad actual, a quedarse sin trabajo, sin hogar, etc. etc. etc. Pero los miedos primigenios se mantienen: el miedo a la muerte, a lo inexplicable, a la enfermedad, a la pérdida de los seres queridos, a lo sobrenatural... son miedos sempiternos y difíciles de obviar.

Otra cosa es que no sepamos convivir con el miedo. Un proverbio escocés dice que no hay medicina para el miedo. Quizás para algunos no, pero cada uno debe ser capaz de encontrar la forma de controlar sus propios miedos y evitar que estos sean tan fuertes que impidan llevar una vida normal. Tener miedo no es malo, pero sí lo es que este venza a la razón y acaben esclavizándote.

Curiosamente, los psicólogos actuales dicen que no está mal que los niños jueguen con el miedo, que lean historias de terror o vean películas de fantasmas y brujas, o bien que se disfracen en Halloween de monstruo, esqueleto o zombie, celebrando la conocida festividad. Eso puede ayudarnos desde pequeños a gestionar de adultos mucho mejor nuestros propios miedos. Entendámonos, cada cosa con su edad. No vayamos ahora a poner a nuestro hijo de cinco años la película de "El Exorcista" o la saga de "Saw", pero sí existen otros ejemplos mucho más "asequibles" como "Pesadilla antes de Navidad", "Coraline", "Hotel Transilvania" o la muy recomendable "La maldición de las brujas", basada en una novela de Roald Dahl, entre muchas otras. Y si no hablamos de películas, recuperemos los libros de R.L.Stine y su saga de "Pesadillas", nuestros pequeños nos lo agradecerán y comenzarán a familiarizarse con un tipo de miedo que no sólo puede y debe ser superado, sino que además puede ser muy divertido.

Feliz Halloween!



Tradiciones, castañas y fantasmas

Llegadas estas fechas, no puedo dejar de sentir todo tipo de contradicciones. Como buen catalán, la tradición de las castañas y panellets es algo a lo que no me puedo resistir. No puedo dejar de recordar en estos momentos, cuando años atrás trabajaba en la Facultad de Ciencias de la Educación de la UAB, el día en que aparecía mi querida vicedecana de prácticas disfrazada de anciana castañera para alegrar la mañana a los niños de l'Escoleta, la guarderia donde la mayoría del personal de la universidad llevaba a sus hijos, llevándoles bombones. Las caras de los niños tenia que ser espectacular. ¡Hasta yo muchas veces era incapaz de reconocerla!
 
La tradición de la castañera deriva de la Edad Media, cuando para recordar a los habitantes de los poblados y aldeas que debían rezar por sus familiares fallecidos en la fiesta de todos los Santos, el campanero hacia tañer las campanes, algo que gastaba mucha energía. Para recuperarla y hacer más llevadero su trabajo, lo hacía con castañas (fruta del tiempo) y vino. Como había muchas campanas que tocar y campanarios que recorrer, la gente se unía a él para compartir sus fatigas y hacerle más entretenida la velada. A finales del siglo XVIII, la costumbre se había convertido en una tradición en la que las mujeres solían hacer pastelitos similares a los panellets y en la que los niños ocultaban castañas para que, por la noche, las almas que faltaban, las sustituyeran por aquellos pastelitos o un buen trozo de membrillo. De ahí procede la bonita tradición.
 
No obstante, hay que reconocer que es un fiesta ligeramente... aburrida, sobretodo si la comparamos con la de origen celta que se celebra en los paises anglosajones llamada Halloween. Los inmigrantes irlandeses transmitieron versiones de la conmemoración celta del Samhain y la festividad cristiana del día de Todos los Santos durante la Gran hambruna irlandesa. Esta fiesta se asocia a menudo con los colores naranja, negro y morado, y está fuertemente ligado a símbolos como la jack-o'-lantern. En esta fiesta se recuerda que durant el Samhain la línea que une este mundo con el de los espíritus se hace tan débil que éstos pueden pasar a través de ella. ¡Y lo hacen tanto los buenos como los malos!. La única forma de hacer retroceder a los malos espíritus es con máscaras o disfrazándose, pues si eres como uno de ellos no podrán hacerte daño. De todas formas, esta fiesta tomó gran renombre a partir de 1921, cuando se realizó el primer desfile de Halloween en Minnesota, extendiéndose a lo largo del tiempo a otros estados y alcanzando proporciones épicas en la actualidad, saltando al Viejo Continente y a casi todos los puntos del mundo.
 
Y es que son pocos los que se resisten a las hordas de fantasmas, espíritus, calaveras, brujas y zombies que pueblan nuestras calles, en una época en la que series como The Walking Dead, The Strain o Z Nation invaden nuestras televisiones, o películas como Rec4, Annabell o Dràcula, la leyenda jamás contada en   cines. Sí, decididamente es una fiesta comercial, consumista, un escaparate capitalista de la decadència de nuestra sociedad, pero, seamos sinceros... ¿No lo es también el día de los enamorados? ¿Navidad? ¿O, si me apuras, el mismísimo Sant Jordi? Sí, hay quien se estirará de los pelos y pensará que lo que acabo de decir es casi un sacrilegio, pero está claro que en todas estas fiestas hay un trasfondo económico que no podemos obviar. Así pues, dejemos de lado estas cuestiones y pensemos que se trata de una celebración divertida, que encanta a los niños, y que resulta mucho más animada que simplemente comer castañas y panellets.
 
Sin embargo, no todo el monte es orégano. Yo también estoy con aquellos que presienten que las tradiciones propias están siendo devoradas por las anglosajonas, pensando siempre que lo que viene de fuera es mejor que lo que ya tenemos. Eso no es cierto. Si bien Halloween puede ser un dispendio y alarde del terror y el miedo, algo fantástico para personas como yo, a los que la literatura de terror, fantasia y ciencia ficción le encanta, esperando con ansiedad que pasen un par de buenas películas de miedo ese día por televisión para disfrutarlas con amigos, también es verdad que no me gustaria jamás perder la tradición catalana de comer castañas calentitas y panellets, aunque en el exterior estemos casi a treinta grados y no apetezca tanto como antaño (cosas del cambio climático). Es por eso que yo propongo la fusión de ambas fiestas y la creación de una nueva forma de celebrarlo que nos haga disfrutar a todos por igual.
 
Feliz Castanyalloween!!!!
 
 

¿Qué es el Steampunk? (I parte)

Hace unas semanas tuve la oportunidad de asistir en la Estació del Nord de Barcelona (marco incomparable) a la II Feria Steampunk, de la cual podéis ver algunas fotos en la sección de Eventos del blog, o desde este mismo link.

Pues bien, como el año pasado, a la cuál también asistí, volvió a encantarme. Ahora bien, muchos amigos que han visto las fotos se extrañan cuando contemplan los sorprendentes atuendos o parafernalias de las que algunos de los asistentes hacen gala. Son muchas las personas que, cuando les he hablado del Steampunk, me han mirado de forma rara, quizás suponiendo en sus fueros internos que volvía ser un grupo de frikis reunidos para alguno de sus inmaduros eventos.

Sin embargo, el Steampunk, nombre acuñado en la década de los 80 para definir a un subgénero literario de la ciencia ficción, ha crecido hasta convertirse en un movimiento sociocultural que engloba no sólo a la literatura, sino también a diferentes disciplinas artísticas como pueden ser el cine, la fotografía, la moda...

Y es que el Steampunk se desenvuele en un mundo en el que la máquina de vapor ha dominado la tecnología imperante, situándose principalmente en la Inglaterra de la época victoriana (a pesar de que existen también diferentes vertientes multiculturales, como bien podéis apreciar en esta web, sumamente interesante: http://beyondvictoriana.com/). Podemos hablar de que se tratan habitualmente de ucronías basadas en invenciones futuristas imaginadas por los visionarios de la época, desarrollándose historias vistas desde esa extraña percepción victoriana de las cosas.

Leyendo uno de mis blogs preferidos, el que regenta César Mallorquí -uno de mis escritores de cabecera- llamado La fraternidad de Babel, me hizo gracia ver que hace unos días escribía sobre el Festival de Fantasía de Fuenlabrada, al cual había asistido como invitado (es un gran escritor de literatura juvenil, fantasía y ciencia ficción, y curiosamente La isla de Bowen, novela con la que ganó el premio Edebé del año 2012 y el Premio Nacional de Literatura Infantil y juvenil, podría enclavarse fácilmente dentro de uno de los derivados del Steampunk llamado Dieselpunk). Según comenta César, en el programa del festival había un desfile de vestimenta Steampunk y eso, de buenas a primeras, le dio un escalofrío, porque a él le repelen los frikis, al menos lo que él considera hard frikis, ya que el mismo se considera un light friki. Más tarde descubrió que este tipo de friquez (acuño la palabra) es muy diferente a la que puede apreciarse en la famosa Comic-Con de San Diego, sí esa que suele aparecer en la serie The Big Bang Theory, y que acabó disfrutando con aquella procesión retrofuturista que circuló ante sus ojos.

Tal y como él mismo dice en su blog, algo que yo comparto totalmente, los frikis Steampunk, no sin dejar de ser frikis (que lo son), forman parte de un grupo de personas (de todas las edades) que añoran un mundo mejor, alejándose de la realidad actual y del miedo que provoca la incertidumbre de un futuro oscuro y amenazante. Se refugian en un universo de tecnología indescifrable, en un pretérito pasado que brilla con los destellos de sus precursores (Julio Verne, H. G. Wells...) buscando un oasis de imaginación y seguridad que no encuentran en la realidad actual. Y es una pena que eso sea así, pero como ellos, en ocasiones, ese mundo de fantasía victoriana me resulta mucho más gratificante que seguir escuchando las noticias que asaltan nuestros sentidos desde los medios de la comunicación, produciéndonos tan solo indignación y la certidumbre de que el futuro que viene no nos resultará nada halagüeño. 

Por eso me gusta el Steampunk con su extraña elegancia, su anacrónica tecnología, su fantástica imaginería... Y por eso volveré hablaros de este movimiento en próximas entradas.



Cyrano de Bergerac y la Ciencia Ficción

Todos, más o menos, hemos oído hablar de Cyrano de Bergerac por la obra de teatro escrita por el autor francés Edmond Rostand en 1897, una maravillosa fábula romántica y comedia heróica en cinco actos considerada una obra maestra de la literatura. Y sino, seguro que nos viene a la mente la fantástica interpretación de Gerard Depardieu en la película que lleva su nombre.

Sin embargo, lo que muy pocos saben es que el buen Cyrano, de gran nariz, verborrea increíble, espada diestra y maneras bravuconas existió realmente, y que fue un poeta, dramaturgo y librepensador francés llamado Hercule-Savinien de Cyrano de Bergerac, que vivió entre 1619 y 1655, al que se considera uno de los precursores de la literatura ciencia ficción. 

Y es que el buen Cyrano, escribió dos obras que se pueden englobar dentro de este tipo de literatura. La primera fue Los Estados e Imperios de la Luna y la segunda, la Historia de la República del Sol. Es en la primera, conocida en español como El viaje a la luna donde, adelantándose al mismísimo Julio Verne, describe un viaje a la luna en un cohete de varias fases y habla incluso de algo muy semejante a la ingravidez, antes que Newton promulgara su famosa ley.

El escritor hace gala de un alarde de fantasía al describir a los habitantes de la luna y todo su sistema social y vital, no solo en forma de divertimento, sino también como reflexión pues, Cyrano, que disfrutaba escandalizando a la Iglesia, habla de la aparición de la vida en el Universo sin la intervención de dios alguno en una época en que ello era considerado una herejía.  Recordemos que nos encontramos en el siglo XVII. Ateísmo y racionalismo, bajo la influencia de Descartes, su obra es digna de tener un espacio en el universo de la ciencia ficción, convirtiéndose en base para escritores que vendrían mucho después (Clarke, Bradbury...)

Sin embargo, aunque parezca increíble, no fue el primero en describir un viaje a la luna, pues se le adelantó el matemático y astrónomo Johanes Kepler, quien parece que escribió su obra Somnium hacia 1623, un poco antes que Cyrano.

Sea como fuere, Cyrano no sólo fue el aguerrido soldado que la leyenda dice hizo poner en fuga a cien espadachines, y que era conocido como El Diablo de la Bravura, fue un renombrado e imaginativo escritor que puso en jaque a más de un poder en la época, y sólo por eso ya se merece ser recordado.



Ébola

Tras ver lo sucedido la última semana en relación a la crisis del virus de Ébola en España, se me ponen los pelos de punta. Y es que, ¿en qué piensan nuestros mandatarios?
No hace falta tener más de dos dedos de frente para saber que no se puede jugar con gratuita indiferencia contra un virus de las características del Ébola.

Cualquier estudiante de Biología sabe que el virus de Ébola (toma como nombre el río africano Ébola, situado en la República del Congo, donde apareció en 1976 por primera vez provocando un foco de infección) es uno de los más peligrosos que existen. Se trata de un virus ARN de la familia Filoviridae que provoca fiebres hemorrágicas y cuya mortalidad es elevadísima. 

Y es que cualquier estudiante de Biología sabe que este tipo de virus no puede tratarse de forma convencional. Más aún, aunque lógicamente teniendo en cuenta la distancia con la que debe tratarse una película, el film Estallido, protagonizado por Dustin Hoffman en 1995, daba una idea (pasada por el cribaje de la espectacularidad) de lo que podría representar un infección por Ébola o cualquier otro virus de nivel 4, como solemos llamarlos los biólogos. 

Y es que en España no existe ningún laboratorio de nivel 4 donde pueden tratarse virus de este tipo (como máximo tenemos uno de nivel 3, el C.I.S.A (Centro de Investigación de Sanidad Animal), que se encuentra en Valdeolmos, en Madrid). Ahora bien, los políticos se llenan la boca acusando gratuitamente a aquellas pobres personas que por querer ayudar han debido tratar a enfermos infectados con Ébola sin instrucción, sin experiencia, en un caso en que deberían ser los expertos en enfermedades infecciosas, virología y en microbiología, los que tendrían que haber sido avisados por las autoridades para ponerse al frente de esta crisis. Son ellos los que deberían dar instrucciones a los médicos, a los técnicos, a las fuerzas de seguridad y a los políticos, de cómo sobrellevar un tema de tal índole para evitar la expansión del virus. No siendo así, no es difícil comprender por qué un individuo se quita un traje de contención en la calle, los pacientes en aislamiento tienen la ventana abierta de su habitación, etc. etc. etc.

Sin embargo, como suele suceder en un país como el nuestro, esto no ha sido así. Un país en el que los recortes en Sanidad e Investigación han diezmado drásticamente la capacidad de trabajo de nuestros científicos e investigadores, de nuestros hospitales, médicos y sanitarios, quería emular a las grandes potencias y nos veíamos capaces de controlar un virus de la categoría del Ébola (hasta en Estados Unidos ya se ha producido la primera muerte por Ébola y ellos sí tienen laboratorios de nivel 4 y sus protocolos son mucho más severos) y, eso, dejémonos de elucubraciones, no es posible.

Señores, por favor, pidan ayuda a quiénes saben y no intenten realizar malabarismos con bombas biológicas que pueden estallarles en la cara, aunque más de uno lo necesitaría (los comentarios del Consejero de Sanidad de Madrid se llevan la palma).

Eso sí, no se preocupen, nadie dimitirá. ¿Para qué? El virus acabará por no expandirse por su propia e intrínseca biología (la mortalidad es muy elevada, la expansión lenta debido a sus sistemas de transmisión), no por la torpe intervención de los políticos, y pronto volverá todo al olvido. No debería ser así, deberíamos ser humildes, no crear alarma social y depurar responsabilidades. 

El virus de Ébola puede controlarse, pero amb seny, que decimos los catalanes. 

Os dejo algunos links interesantes sobre el tema:

Penny Dreadful, o cuando los folletines de terror se convierten en serie de TV

Hace poco tuve oportunidad de ver la serie norteamericana de terror y suspense Penny Dreadful, interpretada en sus principales papeles por Eva Green (la vidente/medium Vanessa Ives), Timothy Dalton (el explorador Sir Malcolm Murray), Josh Hartnett (el pistolero americano Ethan Chandler) y Harry Treadaway (el doctor Víctor Frankenstein) y debo reconocer que me encantó.

Leídas las críticas en diversos foros, estos consideraban que se trata de una notable serie de suspense victoriano en la que quizás se intentaban mezclar demasiados personajes y prototipos de la literatura, en una especie de distopía en la que los monstruos como Drácula, Frankenstein, Dorian Grey o reminiscencias de la momia, pululan a sus anchas en la época victoriana, haciendo el guión un poco forzado, aunque nada complejo.

Quizás los críticos tengan razón, no obstante se trata de una de las últimas series que he visto con diálogos tremendamente cuidados, una producción que podría ser la de cualquier película comercial y que me ha regalado perturbadoras imágenes, muchas de las cuales me han devuelto a la literatura gótica de Bram Stoker o de Mary Shelley que tan buenos ratos me ha hecho pasar.

Sí, es cierto, podríamos asemejarla claramente con una especie de La liga de los hombres extraordinarios, en las que unos personajes ciertamente heterodoxos, cada uno con ciertas capacidades, se unen en la búsqueda de un extraño y terrorífico ser que tiene secuestrada a la hija de Sir Malcolm, un reconocido explorador que oculta varios secretos en su haber. No obstante, para mi gusto los personajes poseen empaque suficiente para demostrar interés y curiosidad en el desarrollo de cada una de sus biografías. Destacar al personaje de Caliban, el primer monstruo creado por Victor Frankenstein que se debate entre la melancolía, la violencia y el horror, dejándonos perturbadoras secuencias a lo largo de los diferentes episodios, o el perverso Dorian Gray, con sus devaneos sexuales con la mayoría de los personajes, y que oculta un profundo secreto, un cuadro al que sólo él tiene acceso.

Además, debo reconocer que poder pasear por los sucios y siniestros callejones de un Londres tétrico y casi perverso, o penetrar en un teatro del Grand Guignol (del cual tengo intenciones de hacer una entrada en breve), con sus macabros espectáculos sangrientos (riámonos del gore de algunas películas actuales), donde se desarrolla parte de la historia, ha sido un agradable descubrimiento.

En definitiva, una serie de 8 capítulos (de la cuál ya se ha firmado una nueva temporada; no me extraña teniendo en cuenta el final), cuyo nombre nos remite a unas publicaciones de ficción terrorífica que se vendían en la Inglaterra del siglo XIX al precio de un penique y que, en su primer episodio, está dirigida por Juan Antonio Bayona, que muestra su maestría detrás de la cámara, ofreciéndonos un prólogo realmente muy interesante.

Altamente recomendable, aunque no para estómagos sensibles.

Puntuación: 8,5




La Inconquistable

¿Qué es La Inconquistable?

Si leéis la pestaña superior, esa en la que dice Mis novelas I veréis que ese nombre aparece varias veces. 

Se trata de una novela corta -justo en el límite de lo que se considera novela corta- que escribí hace unos años y que siempre ha sido una de mis preferidas.

Cuando escribes, muchas veces inicias una historia que creías interesante pero que, finalmente, se va diluyendo entre las palabras, las frases y los personajes, obligándote a acabar algo por lo que en realidad dejaste de estar interesado tiempo atrás. Sin embargo, con La Inconquistable no me sucedió eso, y su trayectoria en diversos concursos ha demostrado que estaba escrita con cariño y paciencia.

Pues bien, hace unos meses, la novela, que ya había quedado finalista en un par de concursos, volvió a hacerlo en el II Premio de novela corta de Utrera, recibiendo una gran reseña en el fallo del jurado, que podéis leer en este enlace: 

Y hasta aquí puedo leer. No os puedo decir mucho más, pero vaticino que pronto tendréis nuevas noticias de La Inconquistable.


Sociedad Negra (Mi última lectura)

Título: Sociedad Negra
Editorial: RBA
Páginas: 304

Autor:  Andreu Martín (Barcelona, 1949) ha ganado muchos premios literarios, entre ellos el Círculo del Crimen 1980, el Nacional de Narrativa de 1989, el Deutsche Krimi Preis International (a la mejor novela policiaca publicada en Alemania en 1992), así como tres veces el Hammett de la Asociación Internacional de Escritores Policíacos y el VI Premio Pepe Carvalho de novela negra
Blog del Autor

Sinopsis:


 En la calle Güell de Barcelona, encima de un Lexus, encuentran la cabeza cortada de una mujer. Y el resto del cadáver no tarda en aparecer, arrastrado con una cuerda por un coche mientras éste estaba aparcado. Alrededor de la tienda de ropa al por mayor del señor Soong, en la calle Trafalgar, pasan muchas cosas y se oyen rumores acerca de un robo reciente en una central de dinero negro.

MI OPINIÓN: 

Buena novela de serie negra. Andreu Martín es un gran escritor. La historia sigue principalmente a dos personajes: el inspector Cañas, un veterano policía, y a Liang, uno de sus confidentes. La trama investiga los salvajes asesinatos que se producen en diversas localizaciones de Barcelona y que, parece ser, tienen relación con la presencia de las tríadas chinas (Hei She Hui) en la ciudad (algo que en realidad nunca se ha demostrado), de ahí el nombre de la novela. Personajes bien definidos, ambientes perfectamente representados, la historia nos hace pensar en muchos momentos qué papel tienen los políticos en nuestra sociedad, como las mafias de todo tipo pululan muy cerca de nosotros y la fina línea que puede separar una vida, más o menos normal, de la brutalidad que se esconde tras una apariencia de decorado. 
Historia escrita de forma anacrónica, desordenada, tomando como referencia un robo, alrededor de las cuales se desarrollan el resto de las tramas. Escrita de forma indirecta en algunos pasajes, despista un poco, pero lentamente asimilas a los personajes y acabas metiéndote de lleno en esta historia de mafias chinas, bancos secretos, robos, asesinatos y tragedias personales, siguiendo a los dos principales protagonistas. 
Como he dicho al principio, buena novela de serie negra, actual y quizás algo lenta, pero totalmente recomendable.

Puntuación: 8,5